Djemaa el-Fna es el epicentro de Marrakech. El punto en el que la ciudad, a medida que avanza el día, llega a su punto de ebullición. Un lugar donde confluye toda la mitología de la ciudad.
Vendedores de zumos, encantadores de serpientes, artistas callejeros, músicos, embaucadores, turistas, domadores de monos y subsaharianos que piensan en Europa vendiendo gafas de sol.
Siempre hay alguien en los callejones que, al intuir que andas perdido, te indica con un dedo la dirección de la plaza. Toda la medina antigua mira hacia allí, como si fuera la Roma a la que todos los caminos llevan.
Tan grande es su magnetismo, que casi podríamos decir que no hay Marrakech sin Djemaa el-Fna.
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